Supongamos que conocemos a la máxima autoridad de la Coca – Cola. Pensemos que tenemos el dinero suficiente para hacerle una millonaria propuesta para comprar la compañía (en un mundo ideal e idílico). El señor lo acepta y nos dice que nos venderá todos sus bienes -oficinas, fábricas, camiones, equipos, etcétera-, por mil millones de dólares. Como en este mundo idílico tenemos el efectivo, damos nuestra aprobación. Sin embargo, al momento de firmar toda la documentación legal, el dueño de la Coca – Cola nos advierte que esta venta no comprende la marca Coca-Cola, solo los bienes físicos. ¿Seguirían con la compra?…
Es muy pero muy difícil (por no decir imposible) que cualquier negocio, o emprendiemiento, hoy en día no cuente con activos intangibles de propiedad intelectual. No me refiero necesariamente a multinacionales o grandes compañías, sino a todo tipo de pequeña y mediana empresa.
Desde hace varios años, en el mundo se está dando la tendencia que las compañías están mucho más dispuestas a invertir dinero en promoción y protección de uno de sus más importantes valores: su marca, puesto que esta es la que le va a permitir, entre otras cosas, posicionarse en la mente del consumidor.
Pensemos desde el punto de vista de un emprendedor que decide lanzarse con un nuevo producto. En este momento solo él y quizás su círculo de colaboradores, si es que lo tiene, conoce de las bondades, ventajas y hasta desventajas de este producto; sin embargo, el público al cual apunta su proyecto lo desconoce, creándose una desigualdad evidente.¿Cómo podemos al menos disminuir esta igualdad?, una de las vías es a través de su marca.
Por este motivo, en nuestros actuales tiempos necesitamos que el signo distintivo que será la carta de presentación de nuestra actividad llame la atención de los consumidores desde la óptica del diseño,y además, es necesario que el mismo esté lo más librado posible de ser sujeto de reclamo de terceros que consideren que se está usando un nombre o logotipo igual o similar al suyo.
Es alentador palpar como profesional jurídico que se observa un creciente interés por buscar asesoramiento para arrancar el negocio no solo desde el punto de vista funcional-administrativo (me refiero a trámites de constitución, obtención de permisos ante entes públicos y demás), sino que además se busca también lograr generar marcas, nombres comerciales, slogans que estén lo más protegidos desde el punto de vista de la propiedad intelectual.
Sé que es muy difícil que en el momento en que se está pensando en un emprendimiento nos sentemos a pensar en cuestiones de propiedad intelectual (lo cual incluso muchas veces se lo mira como algo que encarecerá costos al inicio), lo único que puedo recomendarles tal como me ha tocado conocerlo desde mi despacho, que la falta de una asesoría especializada sobre este tema puede convertirse en un conflicto que puede llegar a costar fuertes multas e indemnización.
Por esto mi consejo puntual: antes que vayan a realizar papelería, publicidad, página web, camisetas, campañas en redes sociales, busquen profesionales que les puedan ayudar a diseñar de forma segura su nombre y logotipo. Si lo han iniciado, aunque suene redundante, asesórense para determinar con precisión cuáles son sus activos intangibles susceptibles de protección y tomar las medidas necesarias.
Preocúpense también dejar en claro qué tipo de aportes creativos hará cada socio o miembro de la naciente empresa, para evitar conflictos sobre el uso de los mismos, ya que muchas veces se piensa que porque alguien tuvo una «idea», la puede aplicar libremente en cualquier otro negocio.
Cierro este post diciendo que una de las mejores inversiones que pueden hacerse ahora es en la protección de la propiedad intelectual de la empresa. Muchas veces el valor de la marca puede superar con creces el de los bienes materiales.
Hasta pronto.