Allá por el año 2014 “lancé” mi primer libro sobre la temática de propiedad intelectual. Siempre quise escribir un texto con un toque diferente, explicando la materia a la inversa, esto es, abarcando todo aquello que se puede hacer con los límites y excepciones del derecho de autor, por lo que decidí ponerle el título vendedor: “¿Cómo usar una obra sin permiso?”. Más o menos por el mes de mayo del presente año, estaba en la biblioteca de la Universidad Ecotec, en donde encontré que tenían para consulta varios ejemplares de mi libro. Mientras estaba ojeando otras obras escuché casi de pasada a dos estudiantes conversando y mencionando que estaban buscando el libro de un tal “Alfredo Cuadros”. Me acerqué a uno de ellos y de manera casual les dije que yo había visto ese libro, por lo que recogí uno de los ejemplares y se lo entregué con estas palabras: “me dicen que el autor es buena gente”, a lo que el estudiante, sonriendo me dice “¡Usted el Alfredo Cuadros!”.
Esta experiencia graciosa y un poco rara a la vez, siempre la recuerdo como uno de esos beneficios colaterales –aunque en este caso un poco trivial- de la actividad de escribir. Desde la universidad varios profesores nos insistían en la enorme importancia de la lectura, para la profesión de abogado; por ello, sin dejar de reconocer esto, considero que la escritura debe ocupar también un espacio preponderante en nuestro mundo jurídico.
Para el abogado, sobre todo para el litigante, es vital encontrar su estilo propio al redactar, teniendo presente siempre hacia quién está dirigido el respectivo escrito. ¿Se escribe para la academia? ¿Para tratar de convencer a alguna autoridad? ¿Escribimos una entrada de blog? Por ello siempre he sido enemigo de los libros tipo “120.000 MODELOS DE DEMANDA”, ya que esto nos hace perder a oportunidad de desarrollar con nuestras propias palabras y con nuestro propio método aquello que queremos expresar. Es preferible pedir a un colega que nos preste un modelo, quizás conseguir varios modelos y, una vez leídos y revisados, redactar nuestro propio “modelo”. Ir armando el estilo propio lleva tiempo y esfuerzo, habrán intentos fallidos, aunque al final veremos la recompensa. En ciertas ocasiones he encontrado escritos míos de años anteriores y no puedo evitar sentir un poquito de vergüenza, ya que encuentro errores –la mayoría de estilo- que ahora me parecen horrores. Al día de hoy, sin considerar para nada que estoy en la cima de la montaña, estoy convencido de que he mejorado mucho y de que tengo que seguir trabajando para seguir progresando en esta faceta.
No debemos preocuparnos tan solo en el estilo. Para mí, escribir bien es también poner mucha atención a la ortografía. No descarto que en algún escrito, en alguna entrada de mi blog, se me haya escapado algún error ortográfico, por suerte, esto es la excepción a la regla. Créanme, uno se lleva un chasco terrible cuando lee escritos de abogados en pleno ejercicio que parecen tareas de niños de primera, por la cantidad de errores que se encuentran.
El escribir además me ha abierto puertas para conocer a excelentes personas en el ámbito profesional y personal, lo cual a su vez se ha traducido en oportunidades para colaborar en proyectos. Solo por mencionar ciertos nombres, gracias a mi libro pude entablar amistad con el ahora colega Nelson Fernández; por escribir en redes sociales y en mi blog, pude incluso entrevistar al crack bloguero Óscar Fernández León (www.oscarleon.es ) y, además, armar un plan para escribir un sobre procesal con el gran Andrés Cervantes.
Lo bueno de la escritura es que se complementa con la lectura. Para escribir, hay que leer mucho, para enriquecer nuestro vocabulario y tener en la mente (y a la mano) más recursos a la hora de enfrentarnos ante un documento en blanco.
En todo caso, espero esta entrada logre su objetivo, que los anime a escribir más, ya que la profesión necesita de personas que se sepan expresar bien tanto en las audiencias, como en los memoriales.
Con esto además finalizo la que preveo será mi último post de este año, no sin antes desearles a todos un feliz y venturoso 2019.
Gracias por la visita.