Esta entrada es un poco distinta a las que suelo escribir. Se me ocurrió mientras escuchaba -por enésima ocasión-, la entrevista al abogado norteamericano Tom Mesereau en el podcast llamado Killer Cross Examination, el cual lo encuentran también en YouTube y que lo recomiendo muchísimo.
En una entrada anterior ya había escrito sobre Mesereau (https://alfredocuadros.com/2021/11/12/el-uso-de-la-temida-pregunta-del-por-que-en-los-contraexamenes/ ), basta decir que es un afamado litigante que ha tenido a su cargo la defensa de complejos casos penales de alto perfil. Entre su galería destacada de clientes encontramos a celebridades como Michael Jackson, Bill Cosby, entre otros.
La idea que motivó esta entrada surge de la entrevista mencionada (la pueden ver aquí https://www.youtube.com/watch?v=tc7CM0Z-Pvc ). En un momento, el entrevistador -el también litigante norteamericano Neil Rockwind-, empieza a hablarle a Mesereau acerca del caso de Michael Jackson y empiezan un diálogo sobre lo que diferencia a unos litigantes del resto.
Las reflexiones de Mesereau me dejaron mucho material para pensar. A continuación comparto sus principales ideas (hay que recordar que la entrevista es en inglés, así que haré traducción directa en ciertos puntos):
- Parte de la idea de que todos los abogados -todos-, han aprendido las cosas básicas y fundamentales. Es decir, todo colega que encontramos en la corte, desde los mismos jueces hasta los de la contraparte, tiene al menos el conocimiento fundamental necesario que se enseña en las facultades de jurisprudencia En ese aspecto, partimos en igualdad de condiciones.
- Ante esto, hay que buscar entonces el factor diferenciador. Mesereau señala que hace mucho tiempo se puso a pensar en esto, concluyendo que no es cuestión de carisma, facilidad de palabra, articulación de discurso o cosas similares, ya que él había visto abogados con excelentes habilidades retóricas que habían perdido muchos casos y, al contario, colegas que no eran tan buenos comunicadores, que acumulaban éxitos para sus clientes.
- Por ello, Mesereau sostiene que lo que diferencia a los abogados geniales de los que no lo son tanto, es que los primeros (1) saben quiénes son, o sea, tienen su identidad definida; (2) están cómodos con quiénes son; (3) se presentan ante el resto tal como ellos mismos son, sin adornos, sin cuestiones artificiales, son auténticos, no necesitan exagerar sus logros ni sus cualidades; y, -lo que me pareció más importante-, (4) toman riesgos.
- Sobre esto último Mesereau amplía su exposición y menciona que como litigante “si en la sala del juzgado juegas a lo seguro, nunca saldrás avergonzado, nunca harás una pregunta en un contraexamen sobre la cual no sabes la respuesta, seguirás todas las reglas, te asegurarás de que nunca te avergüences, pero tampoco ganarás los casos grandes (…) por el otro lado, si tomas riesgos puedes quemarte y eso me ha pasado en mi carrera…”.
Como les decía, esto me parece fascinante. En el litigio aprendemos muchas reglas procesales, también reglas técnicas de litigación; sin embargo, algo que siempre vuelve a mi mente es que, sobre todo las reglas técnicas de litigación no son una camisa de fuerza. A veces puedes arriesgarte a preguntar “¿Por qué?”, al testigo contrario; a veces, puedes hacer algo que atenta contra lo previsible en plena audiencia. A veces, puedes proponer una teoría novedosa para defender los derechos de tu cliente o, puedes proponer una acción que nadie se ha atrevida a lanzar. ¿Puede salir mal? Seguro, pero si no lo intentas, lo más probable es que siempre te quedarás con la intriga.
Gracias por la lectura.
Excelente mi estimado Alfredo, me has recordado porque me mantengo en el libre ejercicio, saludos se te estima admira y aprecia.
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Muchas gracias amigo por leer el blog y por tu comentario. Un abrazo.
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