La peor decisión de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos de América.

Dred Scott nació con la condición de esclavo desde el momento de su nacimiento en el seno de la familia Blow al haberla heredado de su padre. A pesar de haber emigrado (siguiendo a su entonces «amo») a otros territorios donde la esclavitud había sido abolida, nunca obtuvo la libertad en este período. Su esposa y sus hijos  pasaron a formar parte del patrimonio de su dueño el Dr. John Emerson, quien por prestar servicios al ejército debía cambiar de residencia dependiendo de las órdenes que tuviera que cumplir.

Al empezar Dred Scott la lucha judicial por su libertad y la de su familia se fue llevando algunos tropiezos; sin embargo, con el devenir de los años su caso se fue tornando notorio, hasta que finalmente llegó a la Corte Suprema de Estados Unidos de América, cuyos integrantes -conforme se ha podido comprobar- fueron presionados por el poder político para dictar un determinado fallo, presiones que incluso llegaron a darse por parte del entonces presidente electo James Buchanan cuya intención era que la Corte dicte el fallo antes de asumir su mandato.

Como lo indico en el título de esta entrada, estos hechos acaecieron en los Estados Unidos de América. La decisión de la corte se expidió en 1856, como se observa, en una época en que el debate entre los defensores de la esclavitud y los abolicionistas se encontraba en uno de sus puntos álgidos.

El juez ponente de la decisión fue Robert Taney, la cual fue apoyada por otros seis jueces  -dos votaron en contra-. La fundamentación del fallo realizada por el Juez Taney mirada ahora con el prisma de la historia es considerada como una de las más bochornosas de la historia jurídica de los Estados Unidos de América. En palabras del Dr. Miguel Carbonell «la cuestión más espinosa y decepcionante de la sentencia era justamente esta: la que negaba el carácter de ciudadanos a las personas de color, incluso si eran libres» (Derechos humanos: origen y desarrollo, autor citado, editorial Cevallos, página 321). Es decir, no solo que se negó a Dred Scott su pretensión de libertad, sino que se fue más allá al negarle el carácter de cuidadano por el hecho de ser descendiente de esclavo que fuera «importado» desde África y por su raza, lo cual convertía a Scott -y a toda persona de raza negra- en alguien no apto para acudir ante los tribunales y no poder ser titular de los derechos que concedía el ordenamiento.

Otros fragmentos de la sentencia mencionan que las personas de raza negra son  «seres de un orden inferior, en su conjunto no aptas para asociarse con la raza blanca, ya sea en las relaciones sociales o políticas», y que si se llegaba a conceder la libertad de Scott «le daría a las personas de raza negra … el derecho a entrar en cualquier otro Estado… peregrinar allí el tiempo que quisieran, para ir donde quisieran..». Sin palabras.

Al menos desde el punto de vista jurídico esta noción de desigualdad racial está superada en muchos de los ordenamientos contemporáneos, no obstante, ver casos como el suscitado en Ferguson no hace muchos meses, nos conduce a darnos cuenta que el racismo aún provoca heridas lamentables con consecuencias desastrosas.

Si desean leer el texto de la decisión del caso Dred Scott les dejo el link para que lo puedan revisar en idioma original https://supreme.justia.com/cases/federal/us/60/393/case.html.

¿Qué sucedió al final con Dred Scott?. Bueno, a pesar que perdió el caso en la Corte Suprema logró -por avatares de la vida- obtener su tan ansiada libertad, aunque solo pudo disfrutarla por algo más de año y medio. Su dueño original falleció, dejando a su viuda Irenne Sanford con la propiedad de él y su familia. La señora Sanford se casó con un conocido abolicionista (ironías de la vida) llamado Calvin Chaffee quien según parece no tenía conocimiento que su esposa era propietaria de quien fuera en aquel tiempo el esclavo más célebre del territorio estadounidense. El nuevo esposo de la señora Sanford la convenció de devolver a Scott con su esposa e hijas a la familia de su primer propietario, quienes los liberaron ya que ellos mismos se habían pasado al bando de los abolicionistas.

Los historiadores concuerdan que si algún efecto positivo se logró a raíz del fallo del caso Scott, fue que la reacción que se suscitó luego de conocerse el mismo ayudó a Abraham Lincoln a proclamar su emancipación, lo cual a su vez conllevó a la  la consecución de enmiendas que reconocieron, entre otras cosas, plenos derechos a quienes fueron esclavos.

Es innegable que la Corte Suprema de los Estados Unidos de América en diversas ocasiones nos ha regalado brillantes razonamientos sobre temas tan variados como libertad de discurso (tocado en entrada anterior https://alfredocuadros.com/2014/11/19/sobre-libertad-de-expresion-caso-texas-vs-johnson/), libertad de expresión entre otras; empero, los fragmentos del fallo que me he permitido traducir en este post (no tiene desperdicio leerlo en su totalidad), muestran una motivación que podría calificarse hasta de cruel por parte de los jueces que finalmente votaron para aprobarlo, no en vano esta decisión ha sido considerada -casi de forma unánime por los estudiosos- como la peor en la historia de la Corte Suprema de los Estados Unidos de América.

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