Cuatro lecciones aprendidas de la obra de John Grisham.

Se podría decir que como lector –y como abogado- conocí un poco tarde la obra de John Grisham. No es que no había visto nunca uno de sus libros en los estantes de las bibliotecas, sino que no se había despertado mi curiosidad por su obra sino hasta que adquirí, como regalo de navidad para mi papá, el libro cuyo título en español es “La Apelación”.

Luego de conocer que el libro había enganchado a mi papá, lo presté (juro que lo devolví), para ver qué tan bueno era y, la verdad, es que desde el primer capítulo quedé atrapado en su trama. Al terminar “La  Apelación”, mi hermano me prestó a su vez el libro “El Estafador” (juro que también lo devolví), el cual, a pesar de no tener tanta implicación jurídica, me pareció muy bueno y fácil de seguir.

Uno de los principales motivos por los cuales tardé de apreciar la obra de Grisham fue porque hace muchos años (creo que aún era estudiante), adquirí The Rainmaker en idioma original, lo cual considero un error, ya que mirando las cosas ahora en retrospectiva, en esa época no estaba listo para leer un libro completo en inglés, por lo que no pude pasar de las primeras páginas.

A la fecha actual puedo decir que tengo una especie de pequeña colección de libros de Grisham, tanto en inglés como en español y, aprovechando que la mayor parte de la obra del autor se desenvuelve en lo que podría llamarse “suspenso judicial”, era casi inevitable notar que en varios de sus relatos se pueden aprender cosas de utilidad para nuestra profesión.

Antes de redactar esta entrada me parece que lo más sincero es señalar cuáles son los libros que he leído de John Grisham: La Apelación; El Estafador; The Associate; The Litigators; The Innocent Man; The Street Lawyer; The King of Torts; Tiempo de Matar y The Confession y, The Summons. En cuanto a películas basadas en sus obras he visto: The Rainmaker (titulada en español como  “Justicia para todos”); Runaway Jury; Tiempo de matar y, El Cliente, todas las cuales están en Netflix. Cuando hago referencia a los títulos en inglés es porque he leído ese libro en este idioma, lo cual lo recomiendo mucho, ya que siempre es mejor apreciar las obras en la forma en que fueron concebidas.

Ahora bien, sin mayor preámbulo, pongo a su consideración estas cuatro cosas que he aprendido de la obra de Grisham (ADVERTENCIA: Pueden haber spoilers):

1.- La importancia de la preparación adecuada en un juicio (sobre todo si es importante).

En The Litigators, el osado abogado Wally Fig embarca a toda su oficina –que incluye a su socio mayor Oscar Finley, su secretaria Rochelle, el recién llegado asociado David Zinc y hasta la mascota, el perro A.C. “Ambulance Chaser”-, en un litigio con el que espera ganar millones de dólares, al demandar a una compañía farmacéutica por el medicamento Krayoxx contra el colesterol, sobre el cual se sostenía que causaba estratos graves a la salud que incluso podían causar la muerte. Este reclamo se sumó a una acción masiva liderada por Jerry Alessandros, afamado abogado que había amasado una gran fortuna demandando a la misma compañía farmacéutica que comercializaba el medicamento. Para hacer la historia corta, en el desarrollo del relato se nos hace conocer que el medicamento en realidad no era tan perjudicial como se creyó en un primer momento y que no había prueba científica confiable que asegure que los daños en la salud de los usuarios se podían atribuir a la droga, lo cual causó un revés para los demandantes.

De otro lado, la compañía Varryc Labs, fabricante de Krayoxx, había planificado muy bien su estrategia: (1) hacer creer a los abogados de los demandantes que querían un acuerdo rápido, pretextando la afectación posible de la cotización de la compañía; (2) para esto, Nicholas Walker, abogado interno de Varryc haría acercamientos informales con el abogado Alesandros, sin llegar a comprometerse del todo; (3) escoger una sola demanda de todas las ya presentadas, para enfrentarla con todo en el juicio, esperar ganarla y que esto desaliente los demás casos; (4) contratar a la abogada Nadine Karros, la mejor litigante de la inmensa y poderosa oficina jurídica Rogan Rothberg, para atacar la demanda presentada, que no era otra que la presentada por el estudio Finley & Figg; y (5) llegado el momento, retirarse de la negociación y jugarse todo en el juicio. El resto, se los dejo para que lo lean.

2.- Manejo de las acciones masivas.

Es común que en algún momento hayamos tenido noticia de las demandas multimillonarias que se presentan en los Estados Unidos de América ya sea contra algún fabricante de armas, o, algo que es recurrente, contra algún laboratorio que comercializa algún medicamento. De igual manera, siempre llegan noticias de que las partes han alcanzado un acuerdo, cuyos términos son confidenciales, pero que de una u otra forma, todos llegan a conocer que el acuerdo alcanza cifras de varios ceros.

En The Litigators, The King of Torts y en La Apelación, Grisham nos relata cómo funciona esta danza, que se me asemeja a una obra teatral muy bien puesta, en la que se mueven millones de dólares por todas las partes, por lo que me aventuro a hacer un resumen:

• Se identifica una fuente del daño. En los libros de Grisham encontramos casos como una droga perjudicial, un juguete realizado con materiales tóxicos, casas construidas con cemento defectuoso, entre otros.

• Una vez identificado esto, los abogados buscan quién está detrás de este daño, usualmente una compañía con grandes recursos que cotiza sus acciones en la bolsa.

• Se presenta una demanda a nombre del primer cliente asegurado y se incluye la frase “y otros por nombrar” (others to be named), para poder agregar demandantes conforme se vaya encontrando clientes. Solo como comentario aparte, esto, bajo nuestro sistema procesal sería imposible, ya que como se conoce el COGEP exige que el actor, o los actores, estén bien identificados con todos sus datos.

• La parte más dura es la búsqueda de clientes. Aquí Grisham nos relata con extrema crudeza los extremos a los que llegan los abogados para captar clientes, comparándolo con una carrera de caballos. Hablamos de anuncios alarmantes en la televisión, cartas no menos sensacionalistas, haciendo conocer al público en general que tal o cual producto puede ocasionar un daño y que si alguien lo está consumiendo, debe contactarse con los abogados de inmediato.

• Luego de tener una lista de potenciales clientes, se busca asegurarlos, haciéndolos firmar el respectivo contrato, en el que se estipula –palabras más, palabras menos- que se les confiere a los abogados toda la facultad para litigar a nombre del afectado y llegar a acuerdos. El cliente no debe pagar nada en cuanto a gastos (recordemos que llevar una acción civil en Estados Unidos de América es bastante costoso, hay que pagar expertos, traslados, entre otras cosas), a cambio, el abogado tendrá derecho a un porcentaje fijo de un eventual arreglo o sentencia favorable, luego de deducidos los gastos.

• Existen abogados ya especializados en estos litigios que tienen los recursos necesarios para enfrentar estas demandas. Los abogados con menor infraestructura suelen sumar sus casos a los de los abogados especializados.

• Se busca presentar una demanda en un determinado estado (estos casos masivos suelen tener un alcance nacional) y, para manejarlos, la corte dispone que se forme un Multi Dstrict Litigation (MDL), un comité integrado por aquellos abogados que ya tienen más recorrido –y que por ello reciben un porcentaje adicional del arreglo global, si es que lo hay.

En general Grisham retrata muy bien estas acciones, como lo decía hace un momento pareciera una obra teatral bien preparada. Desde el inicio todos los involucrados conocen que la meta no es ir a juicio, sino llegar a un acuerdo; sin embargo, parte sobreentendida del juego es que todos deben hacer lo mejor posible para hacer creer a la contraparte que están dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias.

3.- Respeto a los derechos básicos en los procesos penales.

Dos de mis libros favoritos de Grisham son The Confession y The Innocent Man. Este último es de no ficción, por lo que trata de una historia real, que envolvió a Ron Williamson y Denis Fritz,  a quienes en juicios separados se los juzgó, sin fundamento, sin razones y sin evidencia, por la muerte de Debbie Carter, ocurrida en el pueblo de Ada (EEUU), en 1982.

Fritz fue condenado a cadena perpetua, mientras que Williamson a muerte. Abas resoluciones fueron revocadas gracias a los esfuerzos de los abogados que tomaron los casos en las respectivas apelaciones; sin embargo, los acusados tuvieron que pasar más de una década en prisión, situación que afectó sobre todo a Williamsom, quien se vio afectado en su salud mental y física por este encierro.

Ambas historias nos muestran las terribles injusticias que se pueden cometer en temas penales, incluso en aquellos en los que por la gravedad de la sanción, se necesita –en teoría- una rigurosidad mayor para recopilar evidencia y respetar el debido proceso. Me permito citar ciertos temas:

  • Arrancar confesiones a los sospechosos, a través de métodos coercitivos.
  • Armar un caso sobre la base de teorías que no están sustentadas con pruebas reales.
  • El uso de “peritos” cuyos exámenes y conclusiones no tienen un gran sustento científico.
  • El costo negativo de no tener una adecuada defensa en temas penales.
  • Mal manejo de evidencia por parte de la policía y la fiscalía.
  • El hecho de que la investigación se enfoque en las personas equivocadas, hace que se pase por alto a los verdaderos culpables.
  • Las enormes dificultades que enfrentan los procesados que no tienen suficientes medios económicos para pagar una defensa acorde con la complejidad de su juicio.

En The Innocent Man, Grisham hace pequeños resúmenes sobre fallos cuyas disposiciones llegaron a formar parte del debido proceso, como por ejemplo los llamados Miranda Rights, que tanto escuchamos invocar en toda serie o película jurídica que se precie de ser acertada.

Como nota personal, en The Confession encontré las líneas más enternecedoras y con mayor sentimiento que he podido encontrar hasta ahora en los libros de Grisham. Para no hacer spoilers, solo mencionaré que las mismas se encuentran en la última parte del libro dos.

4.- El dinero no debe ser todo en la vida del abogado.

Hay un tema recurrente en la obra de Grisham: el dinero no lo es todo en la carrera del abogado. John Grisham si nos retrata a varios abogados que gozan de muchísimo dinero, que tienen sus propios jets, yates, vistosas oficinas; sin embargo, algo que siempre me ha llamado la atención, es que siempre se deja espacio para reflexionar que una vida profesional del abogado centrada solo en el dinero no comprende necesariamente la felicidad.

Por ello, sin tratar de revelar mucho, putualizo estas historias:

  • En The Litigators el protagonista de la historia deja de manera abrupta su trabajo en un prestigioso estudio jurídico, donde ganaba mucho dinero, pero que no le dejaba tiempo ni para pasar con su esposa, para irse a ejercer el derecho en una pequeña oficina jurídica, lo cual incluso llegó a reparar su relación conyugal.
  • En The King Of Torts, vemos cómo un abogado pasó a ganar millones de dólares casi de la noche a la mañana, gracias a que se le proporcionó información sensible. Esto lo llevó a adquirir un mejor hogar, un precioso auto, su propio avión, una novia que parecía sacada de las pasarelas de moda; todo lo cual, lo llevó a ambicionar más y no medir las consecuencias de un posible fracaso.
  • The Associate trata de un joven abogado recién graduado quien, por razones ajenas a su voluntad, termina trabajando en uno de los más grandes estudios jurídicos del mundo, no se siente feliz y añora un trabajo más relajado que le permita disfrutar otras cosas de la vida.
  • En The Street Lawyer, otro abogado, con amplia trayectoria en otra gran oficina jurídica, decide renunciar y dedicarse a defender a los más pobres, luego de vivir un incidente al ser retenido por varias horas como rehén con otros compañeros de trabajo por un hombre sin hogar que luego fuera abatido por la policía frente a él.

A pesar de que todo extremo es malo –después de todo, los abogados debemos ganarnos la vida-, es bueno recordar que el norte de nuestra profesión no debe ser el motivo económico, sino algo más allá: ayudar a las personas a resolver sus problemas. En lo personal, algo que he aprendido es que el éxito no se mide solo en temas económicos o por las cosas que llegas a tener, sino (entre otras cosas)  en la huella que dejas en las personas con las que te rodeas, con tu familia, amigos, colaboradores y colegas.

Para cerrar esta entrada, cito una frase encontrada en The Innocent Man: “Hay un viejo adagio en la mala práctica jurídica que señala que cuando no tienes los hechos, debes ponerte a gritar”. En otras palabras, no hay necesidad de ponerse a gritar en la sala de audiencia –y en ningún lugar- si los argumentos y los hechos están de tu lado y los conoces bien. Cualquier parecido con algún abogado que solo va a las diligencias a gritar, quizás no sea coincidencia.

Gracias por la visita.

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Mi Top 10 de libros por recomendar. (Parte I)

Por motivos de mudanza tuve que realizar el traslado de los libros que he ido adquiriendo a lo largo de estos años. Luego de compartir vía twitter algunos de mis textos, un amigo y colega de la tuitósfera, Nelson Fernández (@nelson94f) me sugirió la idea de hacer una especie de Top 10 de libros para recomendar. Al leer el tuit me pregunté: “¿Quién soy yo para hacer recomendaciones de libros?” Sin embargo, poco a poco esto me fue rondando en la cabeza hasta que decidí hacerlo a través de una entrada en mi blog.

Como punto de partida debo indicar que considero que todo listado tipo “los 10 mejores”, “las 10 recomendaciones” son arbitrarios. Al inicio pensé en realizar una lista sobre libros jurídicos dejando solo a los tratadistas clásicos y sus obras tradicionales. Luego pensé que me dejaría de pensar en lo que consideraba (o podría esperarse como) adecuado y correcto y tan solo dejé que fluyan aquellos libros que me han servido de una u otra forma en mi carrera como abogado. Por estas razones, en el listado que pongo a vuestra consideración se encuentran libros jurídicos, libros de no ficción que tienen que ver con procesos judiciales e incluso, aquellos que no tienen contenido sobre la materia pero que tienen temas aprovechables para todo abogado. El listado es producto de varias reflexiones y de varios borradores que realicé hasta llegar a la lista final (que a pesar de todo me cuesta considerarla como final, pero en algún momento debía concretarla).

No pretendo hacer una lista definitiva, ni siquiera insinúo que los libros que recomiendo son mejores que otros, o que si no se han leído alguno de estos libros sufrirán de algún modo indecible. Tan solo quiero compartir aquellos textos que han influido mucho en mi forma de pensar. ¿Cuáles son los criterios empleados para hacer la selección? Pues, estos:

  • Haberlos leído más de una vez.
  • Cantidad de anotaciones, indicadores, separaciones de citas (Quienes han visto mis libros son testigos de la cantidad de anotaciones, resaltos, flechas, dobleces de páginas y demás señas que realizo en los mismos. Hay muy pocos que salen ilesos).
  • Contenido aplicable.
  • Facilidad de seguimiento con la lectura.
  • También juega el grado de no aburrimiento.

Sin mayor preámbulo, comparto con ustedes la lista:

1.- El Alma de la Toga. Ángel Ossorio.

Confieso que este libro lo adquirí cuando aún era estudiante y leí algunos capítulos.  Confieso además que en ese momento no lo entendí. Justo a finales del año pasado, desempolvé el viejo ejemplar que tengo decidí leerlo y debo reconocer la gran diferencia que comprendió para mí disfrutar el texto ahora como abogado.

A pesar de la antigüedad de la obra, la misma aún tiene mucha vigencia. Al leerla  de cabo a rabo me di la tarea de ir calificando cada uno de los capítulos y más allá de que se recomienda leerlos todos, disfruté más de estos: “Quién es Abogado”; “La fuerza interior”; “El secreto profesional”; “La chicana”; “La independencia”; “Conceptos arcaicos”; y, “La toga”.

No hay que pasar por alto el Decálogo que nos brinda Ossorio, del cual destaco estas ideas:

“V. No procures nunca en los tribunales ser más que los magistrados, pero no consientas ser menos.

  1. Procura la paz como el mayor de los triunfos”.

Para cerrar este primer puesto cito el primer párrafo de esta obra:

“Urge reivindicar el concepto de Abogado. Tal cual hoy se entiende, los que en verdad lo somos, participamos de honores que no nos corresponden y de vergüenzas que no nos afectan”.

2.- The Innocent Man: Muder and Injustice in a Small Town. John Grisham.

He disfrutado muchos libros de Grisham (La Apelación, The Litigators, estoy repitiendo The Associate) y éste se lleva el premio. Es el primer libro de Grisham que es de “no ficción”, es decir, relata una historia real de dos hombres que fueron acusados injustamente de un terrible crimen –violación y asesinato de una mujer-, por lo cual, si bien pudieron esquivar la pena de muerte, sufrieron  más de una década en prisión.

Grisham nos cuenta la historia de Ron Williamson y Denis Fritz,  a quienes en juicios separados se los juzgó por la muerte de Debbie Carter, ocurrida en el pueblo de Ada (EEUU), en 1982. Lo que más resalto de este libro es (1) se trata de un caso real; (2) se cita y explica el origen de ciertos precedentes jurisprudenciales importantes –como los llamados “Miranda rights”-y que influyen en el debido proceso; (3) las terribles consecuencias de una mala investigación y manejo de evidencias tanto por parte de la policía como de la fiscalía, llegando a dejarse empujar por la opinión pública; (4) lo perjudicial que es no contar con adecuada defensa; (5) lo duro que es defender un tema penal cuando no hay recursos económicos; y, (6) la importancia de la prueba científica para descartar, o confirmar, sospechas sobre algún crimen.

El libro dedica algunas páginas al abogado Barry Schreck, famoso por su “Innocence Project” y sobre todo, por ser integrante del famoso “dream team” que logró la absolución de O.J. Simpson en el llamado “juicio del siglo”.

Siempre recuerdo en mis primeras clases de derecho penal, impartidas por el Dr. Xavier Zavala cuando nos dijo que uno de los principios de esta materia era el de que se prefería que un culpable sea declarado inocente, a que un inocente sea declarado culpable y que cumpla una sanción injusta. Pues este libro nos cuenta la historia de dos inocentes, que no nos dejará indiferentes, sobre todo la historia de Ron Williamson, quien acusaba varios problemas mentales que se vieron acrecentados luego de pasar doce años en prisión por un delito que no cometió. Esto me hizo pensar en la cantidad de personas que se pueden ver en esta situación y nunca logran ver materializada la justicia a su favor.

En fin, un libro para leer y analizar.

3.- El Proceso de Nuremberg. Jorge Zavala Baquerizo.

En esta lista tenía que estar presente el maestro Zavala. Nunca pude tener clases con él, me quedan sus libros, las anécdotas que me cuenta mi papá –que fue su estudiante en pregrado y en especialidad y con quien compartió amistad- y la propia historia del país.

Ahora, de tantos libros del maestro tenía que decidirme por uno y preferí aquel al que siempre vuelvo, el que tengo encima del escritorio de mi estudio porque de cuando en cuando ojeo en alguna partecita, para recordar y además, por lo interesante que siempre es conocer sobre cosas relacionadas con la segunda guerra mundial.

El propio título de la obra nos dice de qué va. El lector no debe esperar un análisis adulador del proceso que se llevó a cabo contra el bando perdedor del conflicto referido, todo lo contrario: el doctor Zavala, muy bien apoyado en la historia y en varias fuentes bibliográficas hace una fortísima crítica a todo el enjuiciamiento. Aquí menciono algunas de estas críticas:

  • El proceso de Nuremberg significó el atropello de uno de los principios más arraigados en Derecho Penal: no puede haber sanción ni proceso penal sin ley previa. En este aspecto, el Dr. Zavala nos va llevando a ver cómo se creó una normativa ad-hoc para este proceso; cómo incluso a pesar de haberse aprobado un estatuto, los propios acusadores lo modificaron al permitir incluir el cargo de la conspiración –omnipresente en casi todo proceso penal norteamericano- que no constaba en la acusación inicial; y que no se permitió que los defendidos sean juzgados en sus países o por nacionales de estados que estén involucrados de manera directa en el conflicto, para asegurar la imparcialidad.
  • El no haberse aceptado la obediencia debida para los acusados. La gran mayoría de los juzgados pertenecían al ejército, por lo que muchos se defendieron alegando que solo cumplían órdenes y que dadas las circunstancias que se estaba viviendo en esos momentos, en realidad no tuvieron más elección que acatarlas. El maestro Zavala, con mucho acierto nos hace ver la contradicción en que cayeron los acusadores al sostener por un lado que Hitler era el único responsable de los crímenes de guerra, no el pueblo alemán, para luego tratar de afirmar que los subordinados fueron también autores de estos crímenes.
  • La desigualdad procesal, desde pequeñas cosas como no dar la oportunidad de hacer el alegato final a la defensa sino a la acusación –como sucede en cualquier juicio penal-, hasta en asuntos de mayor relevancia.

En esta obra se narra además la vida de Hitler y se realiza un recuento de los motivos que lo llevaron al poder. En esta parte, no tiene ningún desperdicio leer cómo Hitler aprovechó las condiciones gravosas que se impusieron a Alemania luego de la primera guerra mundial para obtener réditos políticos.

El Proceso de Nuremberg forma parte de la “Colección Procesos” que llegó a tres tomos, en conjunto con “El Proceso de Atenas” –donde se analiza la figura de Sócrates- y, “El Proceso de Jersusalem”, en el que se analiza desde el punto jurídico el juzgamiento a Jesús. Digo que esta colección “llegó” a los tres tomos, ya que el Dr. Zavala menciona un libro sobre el proceso contra Juana de Arco, lo malo es que no vio la luz.

En fin, recomiendo este libro y en realidad, cualquier otra obra del maestro Zavala, siempre de gran utilidad para la consulta.

4.-  ¡SUPERE EL NO! Cómo negociar con personas obstinadas. William Ury.

Ury es uno de los padres de las teorías modernas de la negociación, quien ha participado en resolver conflictos de gran complejidad en terrenos que van desde lo político (entre gobierno y oposición, gobierno y fuerzas insurgentes), hasta lo empresarial y familiar.

Este es el primer libro en este listado que no trata de temas jurídicos. Sin embargo, sus principios bien pueden ser aplicados en nuestra profesión. La gran cantidad de historias y ejemplos que sirven para explicar las ideas que se proponen el libro y las pequeñas secciones con las que se va avanzando en el texto, hacen que leerlo se vuelva una experiencia agradable y muy aprovechable.

Una de las cosas que más ha resonado en mí de este libro es la metáfora de “subir al balcón”. Ury nos dice que cuando tengamos un problema, o estemos en una situación complicada tenemos que subir al balcón, para lo cual indica: “Imagine que la negociación tiene lugar en un escenario y que usted sube a un balcón que da a ese escenario. El “balcón” es una metáfora que utilizamos para explicar la actitud mental de desprendimiento. Desde el balcón podrá evaluar el conflicto con calma. Podrá pensar constructivamente por las dos personas y buscar una forma de solucionar el problema que sea satisfactoria para ambas”. (sic). Esto es sabiduría pura, aunque es de aceptar que es muy, muy difícil de aplicar.

No hay que perderse tampoco los otros libros de Ury como “Getting to Yes with yourself (& Other worthy opponents) y “El poder de un NO positivo. Cómo decir NO y sin embargo llegar al Sí”. Todos estos siguen el mismo estilo y se desarrollan a través de varios relatos, de ahí que nos encontraremos con personajes como Steven Spielberg y el propio Hugo Chávez.

5.- El Derecho Penal en la Obra de Gabriel García Márquez. Antonio José Cancino Moreno.

A esta obra le tengo reservado un cariño especial, ya que fue el primer libro jurídico que leí de principio a fin cuando estaba en mis primeros semestres de la carrera. En general la doctrina penal siempre me pareció más atrayente e interesante que la civil; cuando descubrí este libro en la biblioteca de la oficina me llamó la atención de inmediato –en aquel tiempo apenas acababa de leer “Cien Años de Soledad” y la tomé enseguida.

Poco a poco, todos los días empecé a leerla a pesar de su gran volumen. La adecuada combinación entre las palabras de García Márquez y el jurista Cancino Moreno (cuyo hijo, Iván Cancino otro prominente abogado colombiano, pude conocer gracias a twitter y lo encuentran en @CancinoAbog), la convirtieron en una de mis favoritas, es que es de aquellas que incluso cuando estoy atareado y con el propio estrés del trabajo a tope, la puedo abrir para demostrarme que es perfectamente posible hacer una obra jurídica que sea entretenida, lo cual fue una de las inspiraciones que me llevó a decidir sacar un ebook con el título “Propiedad Intelectual Pop” https://alfredocuadros.com/2016/09/09/propiedad-intelectual-pop-el-ultimate-ebook-para-aprender-derecho-de-autor-y-copyright/ ) y otro que junta a Steve Jobs, Apple y la nueva legislación de propiedad intelectual / https://alfredocuadros.com/2017/08/06/pensando-diferente-dadme-propiedad-intelectual-y-cambiare-el-mundo/ ).

El Dr. Cancino hace uso no solo de los libros de García Márquez, sino además de sus crónicas como periodista, entrevistas, cuentos y otras cosas. Muy entretenido es leer por ejemplo sobre la historia de los verdugos, o porqué el escritor colombiano pensaba que era una pena que los humanos no contáramos con cola, porqué la antropofagia no debería considerarse delito y –uno de los más curiosos- un relato real sobre un amante que tatuaba en la frente sus iniciales en sus guapas víctimas.

Lean el libro y sobre todo, se sorprenderán (como yo) ante la conclusión de que en la obra de García Márquez nunca se consumó un delito de incesto.

Bueno, en posterior entrega les haré llegar los otros cinco libros de este listado.

Gracias por la visita.