En anterior post ya se hablaba del ejercicio del derecho de transformación que viabiliza que las obras literarias puedan ser llevadas al cine, a propósito de la saga literaria “Millenium” del escritor Stieg Larsson.
El asunto es que muy pocas veces un buen libro –sobre todo cuando tiene mucha acogida en el público- es llevado con éxito y sobre todo con total “fidelidad” a la gran pantalla (ni hablar sobre las adaptaciones de los cómics). Sobre esto, recuerdo que alguna vez escuché a un crítico del cine decir que de un buen libro se obtiene una mala película y, en cambio, de un mal libro se obtiene una buena película.
Lo cierto es que a propósito del estreno de la versión cinematográfica del éxito editorial de la polémica “Cincuenta sombras de Grey” (que no ha gozado el beneplácito de los críticos literarios ni fílmicos), ha trascendido que su autora E. L. James desea tener un mayor control creativo de la producción de la segunda parte de la trilogía, lo cual ha llevado al estudio a prescindir de la directora y guionista de la primera película, por lo que todo apunta a que la escritora se encargará del guión, lo cual incluso conlleva que el rodaje y por lo tanto el estreno de la secuela se retrasen a una fecha no prevista aún.
Muchas veces los guionistas se toman ciertas libertades en relación con el material sobre el cual deben realizar su tarea; por esto, no es nuevo que se conozca que el escritor de determinado libro se haya mostrado sorprendido y hasta molesto al ver el resultado de la película cuyo argumento está basado en su obra (este es un buen ejemplo de la obra derivada, que es aquella obra nueva que se realizan tomando como fuente otra obra preexistente, figura que bien merece otra entrada). Ejemplos que se me vienen a la mente: en el desarrollo del guión de la película Hannibal –sobre el libro homónimo-, el director Ridley Scott le peguntó a Tomas Harris, autor del libro, si estaba “casado” con el final original por cuanto no lo consideraba adecuado para el formato del cine; y, en efecto, el desenlace de ambas obras difieren: en el libro Clarice Starling y Hannibal Lecter quedan juntos como amantes y viven en Argentina, mientras que en la película Hannibal corta su propia mano para escapar de Starling y huye en avión. Otro caso se dio con la famosa película “The Shining” cuyo director fue nada más y nada menos que Stanley Kubrick, que recibió crítica por parte de Stephen King, autor del libro respectivo, al considerar que no se había realizado una adaptación muy fiel, e incluso llegando a decir que Kubrick era un hombre que “piensa mucho pero que siente muy poco” (http://thewordslinger.com/posts.php?id=37).
¿Hasta dónde puede llegar la licencia creativa en el caso de los películas que se basan en obras previas como una literaria?. Es normal que por las restricciones que están implícitas en el formato del cine, durante el desarrollo del guión se deba prescindir de ciertas partes del argumento del libro, por lo que en esta etapa de la producción se suscitan situaciones tirantes entre el autor y los productores. En ciertos casos el autor del libro puede negociar para encargarse de escribir el guión de la película, o quizás puede negociar tener el poder de veto sobre ciertos cambios que se quieran introducir en el guión o por lo menos dejar sentado cuáles son los puntos centrales que no pueden ser variados o eliminados, todo esto naturalmente, dependerá del poder negociador del autor, mientras más conocido y famoso sea tendrá –como resulta evidente- una mejor posición.
Para cerrar esta entrada no puedo dejar de mencionar que la saga de las “Cincuenta sombras de Grey” tuvo un roce legal por temas de copyright –el sistema norteamericano que trata sobre el Derecho de Autor-. Una productora de películas pornográficas anunció en el 2013 que lanzaría una película titulada “Fifty shades of Grey: a XXX adpatation”, por lo que Universal, que ya había adquirido los derechos por parte de E.L. James, inició una acción legal para prohibir la distribución de la película, solicitando además indemnización por daños. Los argumentos de Universal eran claros y atendían a que se estaba utilizando propiedad intelectual tomada de forma directa de las historias del mundo ficticio que rodea la historia de los famosos libros. Por su parte, la contraparte “Smash Pictures” alegó que la gran parte del material de la serie de las sombras de Grey estaban en dominio público (esto por cuanto según he podido leer, estos libros iniciaron como una historia creada por fanáticos de la saga vampirezca “Crepúsculo”) e incluso inició una contrademanda. Finalmente, el lío judicial fue arreglado fuera de la corte. Pueden consultarse estos links: http://www.ew.com/article/2012/11/29/50-shades-grey-porn-lawsuit-universal , http://www.hollywoodreporter.com/thr-esq/fifty-shades-porn-parody-countersuit-425897
Muchas gracias por la visita.